Sitio de Alejandro Lavquén

Para nadie es un secreto que en Chile la salud es un negocio, no un derecho. Por lo tanto —en ciertas circunstancias— a los pacientes no les queda más alternativa que la muerte. Lo terrible es que nadie se hace cargo de esto y, peor aún, la elite política, encargada de las leyes, hace la vista gorda una y otra vez. Un ejemplo del abuso que denunciamos es la atención de urgencia de la Clínica Dávila, cuyos precios son un asalto a mano armada y en despoblado. Y si alguien dice: “Bueno, vaya al consultorio”, le respondo con un hecho concreto. Supongamos que el integrante de una familia (un niño o niña menor de 10 años) requiere atención urgente a las 3 de la madrugada de un domingo frío y lluvioso, y la única posibilidad de atención inmediata es la mentada clínica, porque vive a dos cuadras de ella. ¿No cree usted que lo más lógico, cuerdo y acertado, ante la suma emergencia, es asistir a la urgencia de aquella clínica? Así lo hacen muchas familias, que al llegar se encuentran con la amarga sorpresa de lo que cobra la urgencia de la Clínica Dávila, como se puede observar en la foto adjunta donde se da cuenta de sus tarifas, y que, aunque están a la vista de todo el mundo, la encargada de cobrar en caja se encarga de recordárselo antes de que el paciente sea atendido. Y claro, si no paga sonó nomás. Ahora, si tiene “suerte” porque tiene Fonasa, la sola consulta es de 98.148 pesos, eso para empezar, porque si el médico en servicio debe llamar a un especialista cárguele 103.057 pesos por la llamada (son esas las tarifas, explican, porque se trata de un domingo y este es considerado día inhábil). Y viene lo peor, si usted es atendido, ocupando un Box de observación, que es lo natural, y debe estar en él más de 4 horas, desembolse por eso 161.886 pesos más. Y a propósito de 4 horas, el tiempo de atención (de espera) la mayoría de las veces es de entre 4 y 5 horas, lo mismo que en muchas postas o consultorios. También, creo que es importante decir que, en asuntos de urgencias, el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, más conocido como el J. Aguirre, cerró la urgencia pediátrica, seguramente consideraron que no era un buen negocio.

Dado lo anterior, ustedes creen que al parlamento o al gobierno les importa todo esto. Para nada, ellos viven su propio mundo, alejados de los abusos a que diariamente son sometidos los ciudadanos por los centros de salud. En Chile debería existir una ley que obligara a todos los centros de salud a tener atención de urgencia sin lucro. Pero, en fin, vivimos en el complaciente país más europeo de Latinoamérica…, por lo menos eso dicen…, usted lo habrá escuchado muchas veces.

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