A mediados del año anterior, debido a una columna de opinión que publiqué, Gabriel Boric me preguntó ¿Cuál es la voz del amo del Frente Amplio? Le respondí que la voz del amo del FA era el republicanismo portaliano y argumenté las razones. Y lo es no solo del FA, sino que de todos los partidos políticos institucionales o tradicionales. Pues bien, ese razonamiento lo mantengo y la composición del gabinete que gobernará con el presidente me lo ratifica. También tengo claro que no se puede juzgar a un gobierno que aún no inicia su gestión, pero el futuro gabinete, y el pasado de algunos ministros, sí dan ciertas señales políticas que marcan una pauta. Y esa pauta puede significar (y creo que pasará) que todo, salvo ciertos cambios no estructurales, se mantendrá dentro del “orden portaliano”, representado por los empresarios y sostenido por el Parlamento, o sea, por los partidos políticos tradicionales. Y en el caso del gobierno que asumirá el 11 de marzo, la batuta la llevarán los partidos de la socialdemocracia y de la semiderecha, de donde provienen los nuevos ministros. En el ministerio de Hacienda, estará Mario Marcel, un neoliberal cuyos postulados son totalmente contrarios al clamor popular contra el modelo. El ministerio de Educación será encabezado por un profesor que, de acuerdo a la alerta del Movimiento por la Unidad Docente (MUD) “es creador de contenido de Educar Chile, conocida fundación que apuesta por la privatización de la educación”. En Vivienda, el encargado será Carlos Montes, cuyas votaciones en el senado siempre favorecen a los empresarios. Por ejemplo, lo sucedido con La Ley Corta de Pesca, este 21 de enero en la Comisión de Hacienda del Senado, que blanquea la Ley Longueira con la complicidad de Montes, en perjuicio de la pesca artesanal. Así suma y sigue, las improntas de la Concertación aun perdiendo elecciones se mantienen gobernando por gracia de la voz del amo. Y la mayor prueba de ello es que el presidente electo tuvo que ir a Enade 2022 a rendir la prueba de la blancura. Porque, claro, hay que “ponderar las expectativas”. Las voces festivas de Juan Sutil y Andrónico Luksic, por el nombramiento de Mario Marcel, son significativas.
Dado lo anterior, resultan curiosas, por calificarlo de alguna manera, las reacciones en las redes sociales de los militantes de Apruebo Dignidad, que más que manifestarse como sujetos políticos, con razonamientos políticos, lo hacen como fans, festejando eufóricamente los nombramientos. Se ha llegado a decir, en el colmo del delirio, que “los mismos que derrocaron al presidente Allende le rendirán hoy honores a su nieta Maya Fernández Allende, ministra de Defensa”. Les recuerdo que algo parecido se dijo de Michelle Bachelet cuando asumió dicha cartera, durante el gobierno de Ricardo Lagos, y fue ella quien terminó rindiendo pleitesías a las FFAA. Parece que la ingenuidad respecto a los militares no tiene límite. Ahora, referente a lo político, Camila Vallejo ha dicho, en entrevista dada a El Mercurio tras ser nombrada ministra vocera de gobierno: “Yo creo que este es un gobierno principalmente de centroizquierda. Tiene un programa que recoge aspectos de la socialdemocracia europea, pero atendiendo a las demandas contemporáneas”. En el fondo, dice sin decirlo, que este no es un gobierno de Izquierda, sino “socialdemócrata”, y ojo con el concepto y cómo se aplica acá y en Europa, pero eso es para analizarlo en otra columna. En todo caso, sería bueno dejar de mentirle a la gente y decir de frentón que los postulados de la Izquierda no serán aplicados durante el gobierno de Gabriel Boric, así no crean falsas expectativas a una parte importante de los habitantes del país. Porque si se aplicaran, cuando se discuta el próximo sueldo mínimo, por ejemplo, la propuesta del gobierno debería ser de por lo menos el doble de la propuesta de los empresarios del retail.
Otro de los festejos de los fans del nuevo gobierno, se debe a que lanzan al viento el triunfo de la generación que movilizó a los estudiantes en 2011 —e incluso la de los pingüinos el 2006—. Es decir, una visión antojadiza de la realidad, pues si bien estos dirigentes, hoy gobierno, fueron la cara pública de las movilizaciones, finalmente fueron desmovilizados, tanto el 2006 como el 2011 y todo quedó en nada. El 2006 los desmovilizó Michelle Bachelet y su ministra de Educación Yasna Provoste tras un acuerdo lleno de letra chica, y obviamente derecha incluida. En 2011 la tarea de desmovilizarlos corrió por cuenta de Sebastián Piñera y su ministro Felipe Bulnes. Por lo tanto, el triunfo de Gabriel Boric no se debe a esos procesos, sino que se debe a las consecuencias políticas que dejó la insurrección del 18 de octubre de 2019 y que fue contenida con el pacto del 15 de noviembre del mismo año (nuevamente derecha incluida) que si bien abrió el camino a la redacción de una nueva Constitución salvó a Piñera de caer él y su gobierno, y políticamente era más importante —en ese momento— que cayera Piñera que pensar en una nueva Constitución, pero claro, había que salvar el republicanismo portaliano, “señores”. Había que salvar el legado de los “30 años” y las donaciones de Soquimich (SQM) a la política. Entonces, dentro de esa realidad la gente optó por nuevas posibilidades de gobierno, en este caso por Apruebo Dignidad, que pronto veremos en cancha para que demuestren su conducta renovadora y nos callen la boca a quienes vemos malas señales políticas en el nombramiento del nuevo gabinete o quede demostrado que la razón está de nuestro lado, los que no escuchamos la voz del amo. ¿Qué creen ustedes?