¿Cómo estás Gabriel? ¿O debo decirte señor presidente? ¿O quizás compañero? No, compañero no, definitivamente no. En fin, vamos al grano. Te cuento. El hecho de haber presentado un reclamo, durante los años 2022 y 2023, al Fondo del Libro por los vicios groseros presentados en las evaluaciones de algunos proyectos, me pude percatar del desastroso funcionamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y no solo ocurre en el Fondo del Libro, que es el área que motiva esta carta pública. No es gratuito que en apenas dos años de gobierno hayan existido tres ministros de Cultura, y cada cual peor, los casos Buenos Aires, Venecia, Frankfurt, y las huelgas permanentes, son un ejemplo, la punta del iceberg. Y lo terrible es que te quedan dos años más al “mando” de la nación (para que le entregues en bandeja el gobierno a la derecha, tal cual lo hizo Jackson y sus acólitos con la alcaldía de Providencia hace unos años), y no quiero ni imaginar todas las chambonadas y acomodos que sucederán en el ministerio de Cultura y el Fondo del Libro durante ese período. Si leíste la carta pública a la ministra de Cultura publicada en la prensa (te envié una copia) te habrás enterado de mis denuncias, aunque seguramente poco te importa, porque tú solo escuchas la voz del amo, el Frente Amplio, como te lo dije en una ocasión, solo escucha la voz del amo, y tu modo de gobernar, tus volteretas, tus discursos genuflexos, tu conmemoración ligth de los 50 años del Golpe de 1973, son una prueba de esta afirmación. Y es tan así que el ministerio de Cultura sigue tu ejemplo, en particular el Consejo del Libro, controlado por un aparato-técnico-administrativo-burocrático, que hace y deshace a destajo con la venia de la ministra y subsecretaria —y tuya por supuesto—, porque eres el presidente, el mando superior de los ministros.
En todo ese laberinto oscuro y lleno de recovecos viciados del Consejo del Libro, encabezado por la secretaria ejecutiva, Aracelly Rojas, se producen las peores políticas del libro y atrocidades evaluativas. Sin duda que el Consejo del Libro merece una auditoría externa, administrativa y financiera. Y lo peor de todo es lo que pasó con la galardonada poeta Gladys González (seguramente debes haber leído sus libros, a ti te gusta leer poemas), que, tras ser nombrada, en su oportunidad, secretaria ejecutiva del Consejo del Libro el aparato-técnico-administrativo-burocrático le dio un “portonazo” administrativo a vista y paciencia tuya. El caso de Gladys González fue ampliamente acogido por la prensa, aunque el gremio de escritores quedó al debe en su defensa. ¿Y sabes por qué sucedió esto? Porque el aparato-técnico-administrativo-burocrático vio en peligro sus privilegios, sus espacios de desidia y malas prácticas, de dedicarse a “machucar el membrillo” en vez de hacer las cosas correctamente. Es decir, los burócratas destruyendo la esperanza de hacer las cosas bien al llegar una poeta a encabezar el Consejo del Libro, y tú, el lector de poesía, el que cita poetas en sus discursos “calleuque el loro” como decía la doctora Cordero. ¿No te da vergüenza? A la poeta Gladys González la trasladaron a Valparaíso y hoy, como regalo de navidad, la han despedido. ¿Por qué permites esas injusticias?, mientras financias asesores y funcionarios sacadores de vuelta dentro del ministerio. Así de simple, y el Consejo continúa sosteniendo evaluadores dañinos. Dañinos al extremo de descalificar, con patrañas, la mayor antología del poeta Pablo de Rokha, sí, de Pablo de Rokha, el mismo poeta al que le rendiste un homenaje, destape de busto incluido, en tu reciente gira a China. Gabriel, no tienes ninguna ética para volver a citar Pablo de Rokha mientras tus funcionarios cometen tales tropelías en contra de uno de los poetas más importante de la lengua castellana. Y, es más, no tienes ninguna ética para citar poetas después de permitir los abusos contra la poeta Gladys González. Lo que han hecho es una canallada. Tú y la “granja de los animales” (imagino que leíste a Orwell) que te rodea, en sus discursos, llegaron a cambiarlo todo, pero no cambiaron nada, lo empeoraron, se sumaron a los 30 años de la peor manera, con apostasía, engaños y tragamonedas, pero de poesía Nada.
Atentamente
Alejandro Lavquén
Escritor